1953
{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}
'Doce abuelas', de Pablo del Rio
Doce abuelas me ha resultado una novela curiosa tanto por el tipo de personajes que la componen —los principales sobre todo (incluido el muerto)— como por la forma en la que su autor, Pablo del Río, desarrolla la trama; si bien, he de reconocer que me ha costado hacerme con ella. Quizá sería más correcto decir que me ha costado entrar en ella.
Empieza de una forma potente, un principio álgido con una puesta en escena singular en Ribadesella (Asturias), pero después, hasta la parte final del libro, me he sentido desorientada. Tal vez esa fuera la intención del autor, la desorientación, como la niebla que envuelve el escenario principal. Una manera de crear confusión y despistar al lector sobre qué, cómo y por qué sucede el hecho principal a investigar, que no es otro que la muerte de un afamado músico cuyo cuerpo aparece en un mirador de la comarca, sentado sobre unas rocas, mirando precisamente la niebla.
Cuando digo que me he sentido desorientada, quiero decir que la lectura se me ha atragantado un tanto y creo que tiene que ver con que no he terminado de hacer buenas migas con dos de los personajes principales de la historia que son la viuda y uno de los amigos del muerto —sino el único amigo que este tenía de verdad—. No he congeniado con ellos, pero sobre todo con el amigo, que es el que lleva el mayor peso de la investigación.
Quien sí que me ha caído bien es la tía del difunto, Mercedes, una señora mayor que cree ver el cadáver congelado de su sobrino en su casa sentado al piano. De hecho, creo que es un personaje secundario al que le faltan páginas. Me hubiera gustado saber mas de ella. También me cae bien el muerto que, teniendo en cuenta lo que vamos averiguando de él a medida que leemos, no deja de resultar llamativo. Creo que aquí la música tiene mucho que ver. Es parte de la trama y parte de la forma de ser del difunto.
Como os decía, esa falta de conexión con uno de los personajes principales, con el amigo del muerto, Adolfo se llama, y su sentido del humor, pienso que ha hecho que los giros argumentales de la novela (tiene muchos. Es una de sus señas de identidad) y el propio desarrollo de la historia me hayan resultado lentos.
Tampoco odio al personaje. No se trata de eso porque, en el fondo, si lo hubiera odiado, eso podría haber hecho que la lectura cobrara una dimensión diferente. Suele pasar. El amor y el odio logran esas cosas. Simplemente es un personaje con el que, de verdad, no he podido ni congeniar ni entenderme.
He estado tentada a abandonar la lectura después de la aparición del muerto y el comienzo de la investigación, pero finalmente seguí leyendo porque imaginé que si superaba el bache (lo fue para mí), llegaría a una parte más entretenida. Eso ocurre en su última parte.
Así, Doce abuelas es una lectura sencilla, muy fluida, que gustará a los amantes del género negro más estival y que está ambientada, además, en una de las zonas más carismáticas de Asturias.
Sinopsis: El cuerpo congelado de un músico sentado frente a un piano. La playa de un antiguo naufragio envuelta en leyenda. Una viuda abatida y un amigo leal investigarán un crimen que alguien pretende hacer pasar por muerte natural.
Al llegar a su casa en Ribadesella después del aperitivo, Mercedes encuentra a su sobrino Ricardo sentado al piano. Enseguida advierte que su cuerpo está congelado. Tras dar aviso al cuartel, un agente comprueba que no hay ningún cadáver y que el relato de la anciana se debe a un delirio. Dos días más tarde, el pianista aparece muerto en un mirador de la costa. Como no se aprecian signos de violencia, el forense atribuye la muerte a un fallo cardíaco. Con la comarca sumergida en una espesa niebla, ¿por qué se tomaría Ricardo la molestia de asomarse a un mirador desde donde no podía divisar ni la punta de sus zapatos? /Verónica García Peña. Autora de 'La isla de las musas'
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