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{TURISMO / TURISMO}
El cerro de San Cristóbal y un centenar de calados
El Ayuntamiento de Villamediana presenta el Estudio Histórico del Barrio de las Bodegas
El Barrio de las Bodegas de Villamediana de Iregua se eleva serpenteando hasta el cerro de San Cristóbal. Desde allí se domina la totalidad de un municipio que ha crecido de forma extraordinaria desde aquellos años de los siglos XVI y XVII en el barrio reverberaba efervescencia vitivinícola. Entonces a penas residían en el pueblo seiscientos vecinos. Hoy son más de ocho mil. A ambas manos de la calle -bautizada en los membretes de las placas como ‘de las Bodegas- edificaciones datadas en diferentes estilos y épocas recorren la cuesta. En la margen derecha, según se asciende, las casas defienden en su mayoría una tipología enraizada con el conjunto de la arquitectura de la zona histórica del municipio; en la margen izquierda las construcciones aparentan una mayor modernidad, incluso alguna no puede evitar recordar esa crisis que dejó algunos edificios a medias, mostrando a través de su esqueleto lo que pudieran haber sido. También lo que aún pueden ser.
El Barrio de las Bodegas nace junto a la plaza. De inicio se muestra como una calle estrecha en la que resaltan los comercios y cafeterías. Poco a poco comienza a ensancharse conforme la calle se abre a lo que fueron las antiguas bodegas y que hoy ejercen, muchas de ellas, de merenderos particulares, residencias habituales de vecinos o restaurantes. Algunas muestran síntomas de abandono o, al menos, de permanecer en desuso. El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Villamediana trabaja en un proyecto que permita la recuperación, rehabilitación y revitalización de una zona histórica de Villamediana. “El Barrio de las Bodegas -como describe la alcaldesa, Ana Belén Martínez- es historia del pueblo, desde el punto de vista económico, social y cultural”. Desde ese convencimiento, el Ayuntamiento de Villamediana ha invertido recientemente 40.000 euros en la estabilización de la escollera, la pavimentación y la instalación de mobiliario urbano -bancos, barandillas y asadores- en la vía. Intervenciones previas que viajan en paralelo a la redacción de los Estudios Histórico y Jurídico -herramientas esenciales- para desarrollar el proyecto de recuperación definitiva.
Los historiadores Gabriel Ezquerro e Inko Zubillaga han sido los encargados de investigar y recuperar la historia del Barrio de las Bodegas. Ahora, una vez concluida la redacción del estudio, el Ayuntamiento de Villamediana ha presentado el informe a los vecinos. “Uno de los objetivos esenciales de presente y futuro -rezan las conclusiones del estudio- es garantizar su conservación dado el grado de deterioro que presenta”. Zubillaga y Ezquerro califican de “apuesta valiente” la iniciativa del Ayuntamiento. En su análisis explican que el barrio y sus edificios han llegado al siglo XXI con un “interés lúdico. Las actividades relacionadas con el descanso y el ocio han crecido, mientras que su origen relacionado con la elaboración de vino se ha reducido a algo testimonial de carácter doméstico o familiar”. Y es que muchas de las bodegas que ocuparon la calle se ha reconvertido en merenderos o espacios de reunión, “lugares de encuentro con familiares y amigos o donde agasajar al forastero”.
Ezquerro y Zubillaga señalan los primeros antecedentes sobre la elaboración de vino en Villamediana en la época romana. Así lo apuntan los hallazgos arqueológicos del yacimiento de La Morlaca. Entre las piezas localizadas destaca un contrapeso tallado en arenisca que debió emplearse para accionar una prensa de cabrestante. “Quizá -explican los historiadores en las conclusiones del estudio- la explotación agrícola de La Morlaca tuvo una orientación comercial y probablemente el entorno de Villamediana estaba salpicado por cultivos de la denominada triada mediterránea, olivo, cereal y vid. Son aún meras hipótesis”.
En el siglo XI Villamediana era posiblemente una aldea humilde formada por no más de treinta familias. “Practicarían una economía de subsistencia. Los pagos y las grandes propiedades de viña estarían en manos de los monasterios y señores que dispondrían de sus propias dependencias para elaborar vino. Por el contrario, las pequeñas producciones de vino de una comunidad de aldea como Villamediana bien podrían elaborarse en los bajos o zonas semiexcavadas de las propias casas”. Aún, según los autores del estudio, en plena Edad Media, nada se sabe del Barrio de las Bodegas.
Es en el siglo XIV cuando en Logroño y su entorno el cultivo de la vina avanza, cobrando un gran protagonismo en el XV, “siglo de gran expansión demográfica, urbanística y económica”. Villamediana no se queda atrás y su población asciende hasta superar los 300 habitantes. “Es en esa época -argumentan Ezquerro y Zubillaga-, en el marco de un panorama de crecimiento y desarrollo, a finales del siglo XV o comienzos del XVI, cuando es posible que se construyesen las primeras bodegas en el cerro de San Cristóbal. Los promotores de aquellas primeras bodegas es muy posible que fuesen propietarios acomodados que tuvieran necesidad de disponer de lugares de elaboración y almacenamiento de vino cada vez mayores para su venta”. Aún así, el informe histórico, revela que el documento más antiguo que menciona la existencia de bodegas en el cerro de San Cristóbal es una carta de obligación de arrendamiento de una cueva-bodega fechada en 1582. “A partir de esa fecha -detallan los redactores del informe- y de documentos fechados posteriormente, encontramos a finales del siglo XVI la visión de un Barrio de las Bodegas plenamente operativo y no muy extenso, en el que se ubicarían unas quince bodegas”.
A finales del siglo XVI, las bodegas a las que hace referencia el estudio histórico disponían de una capacidad de almacenamiento “nada desdeñables”, pudiendo alcanzar las 1.300 cántaras. Es decir, alrededor de 20.000 litros de vino. “Esta disponibilidad denota una orientación comercial”. La creación de nuevas bodegas en esos años, así como la construcción de nuevos lagares y edificios para albergarlos “tiene relación con una cuestión de oportunidad de negocio y la capacidad económica de sus promotores”. Justifican Ezquerro y Zubillaga el desarrollo del Barrio de las Bodegas en consonancia con el contexto del siglo XVI. “Una época de crecimiento en muchos sentidos en La Rioja. Se estima que la producción de vino se triplicó hasta alcanzar los 30 millones de litros anuales a final de siglo”. Consecuencia de dicho ciclo expansivo es el nuevo crecimiento de la población de Villamediana que alcanza los 700 habitantes, duplicándose respecto a finales del siglo anterior.
En el siglo siguiente el Barrio de las Bodegas continuó desarrollándose. “Las expectativas económicas que ofreció el vino a partir de la década de los años treinta del XVII fueron inmejorables y dieron lugar a la definitiva especialización. Muchas localidades se centraron en el monocultivo de la vid y la producción de vino en La Rioja quedó consolidada definitivamente”. Villamediana no se quedó atrás. “Sobre el terreno el avance del viñedo durante el siglo XVII fue una evidencia, con nuevas rotulaciones. El negocio del vino quedó en manos de hidalgos que aprovecharon su posición para obtener privilegios políticos y sociales y favorecer aún más la comercialización del vino que producían”. Fue ese incremento de las producciones el que generó la necesidad de disponer de espacios para elaborar y almacenar el vino. “Los más probable -resaltan los autores del estudio- es que a lo largo del siglo XVII se picasen nuevos calados en el Barrio de las Bodegas de Villamediana y que, al mismo tiempo, se ampliasen algunos de los ya construidos”. A finales de siglo, el Barrio contaría ya con cerca de cuarenta bodegas.
La documentación consultada por Ezquerro y Zubillaga revela “cómo el Barrio de las Bodegas formó parte de consolidación de la región como una zona importante en cuanto a producción vitivinícola a lo largo del siglo XVII”. Relacionan los historiadores la prosperidad económica y el enriquecimiento de algunas familias con el vino como uno de los factores que llevó a Villamediana a solicitar la independencia de la ciudad de Logroño, de la que hasta el momento dependía.
El documento presentado a los vecinos de Villamediana destaca como en el siglo XVIII la producción y rentabilidad del vino continuó en aumento. “De forma sostenida en la primera mitad, y de manera más destacada en la segunda”. Los historiadores aportan en su estudio los datos recogidos en el Catastro del Marqués de la Ensenada. “Sabemos que en 1753 Villamediana contaba con una superficie de viñedo de 239 hectáreas y una producción de vino en torno a las 22.000 cántaras, lo que significa unos 350.000 litros de vino. Cantidades que bien podían almacenarse en el Barrio de las Bodegas que contaba con una capacidad de almacenamiento útil declarado de casi 32.000 cántaras, es decir, más de medio millón de litros de vino”.
Así, el Barrio de las Bodegas a mediados del siglo XVIII contaba con unas setenta bodegas, de las cuales en 51 se cita la existencia de uno o más lagos para el pisado de la uva, y 21 disponían de prensa. La mayor parte del vino elaborado en las bodegas del cerro de San Cristóbal se destinaba al comercio.
Las guerras carlistas del siglo XIX generaron un descenso en la actividad vitivinícola. Un signo que cambió de forma radical en la segunda mitad de la centuria cuando la filoxera afectó al viñedo francés y los agricultores galos se trasladaron a La Rioja. En número de bodegas se incrementó ligeramente respecto a las contabilizadas en 1753. “Es probable -relatan los historiadores- que en el proceso de subdivisión de propiedades y picado de nuevos calados el número de propietarios aumentase y en cierta manera se democratizara el acceso a una bodega, permitiendo a propietarios más humildes disponer de un espacio en que poder elaborar y almacenar pequeñas cantidades de vino para el consumo familiar.
La plaga de la filoxera afectó a los viñedos riojanos a principios del siglo XX aunque, al parecer, la vid plantada en Villamediana resistió bastante bien. El Registro Fiscal de Edificos y Solares de 1931 recoge que en Villamediana se contabilizaban 96 bodegas, superando el centenar en 1950. “Hasta mediados de siglo -cuentan Zubillaga y Ezquerro- las bodegas que formaban el barrio mantuvieron su tradicional aspecto con las bodegas más antiguas en la parte baja. Estas bodegas más antiguas disponían de una parte edificada, de planta generalmente rectangular, construida en mampostería de cantos con sillares y sillarejos de arenisca reaprovechados en esquinas de puertas y ventanas, con tejados a un agua. En su interior albergaban lagos de sillería que se cargaban desde ventanas abiertas especialmente en la parte trasera de los edificios donde la calle transcurre más alta”.
Con el cambio de siglo, los propietarios comenzaron a sustituir las antiguas cubas de madera por depósitos de hormigón y se reconstruyeron algunos lagos, introduciéndose el ladrillo y el cemento para rehacer algunos calados. La llegada de las grandes bodegas a Alberite y Villamediana lo cambió todo. Los grandes empresarios compraban la uva directamente al agricultor para transformarla en vino en sus instalaciones, lo que provocó que muchas de las pequeñas bodegas tradicionales perdieran su función. A partir de 1960 comenzó su transformación en merenderos, “perecieron hundidas”.
El cerro de San Cristóbal fue elegido para albergar las bodegas subterráneas a finales del siglo XV y comienzos del XVI por su orientación norte, más fresca, por la composición geológica de los terrenos, más blandos para ser picados, pero al mismo tiempo consistentes. “las bodegas originales conservadas comparten algunas características. Son de planta rectangular, construidos en mampostería de cantos rodados con sillares y sillarejos. Disponen de tejados a un agua. Los lagos interiores disponen de canillas y piletas en la parte baja para dar salida al mosto”.
Ezquerro y Zubillaga comparten el objetivo del Ayuntamiento de Villamediana. “Las bodegas tradicionales deben conservarse y deben ser dotados de nuevos usos que permitan su revitalización. Quizá una de las posibilidades de futuro sea explotar sea explotar la vertiente turística, cultural, gastronómica”. Desde la plaza hasta lo alto del cerro de San Cristóbal la historia de Villamediana navega entre la espectacular vista que ofrece el mirador natural y el relato que esconde el subsuelo./Javi Muro
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