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{CULTURA / LIBROS}
'Mientras haya abusos sexuales, corrupción, manipulación, tramposos y ladrones será necesario representar el Quijote'
Cipriano Lodosa representa, desde hace 2 años, la obra de teatro 'La razón de la sinrazón'
La conversación con Cipriano Lodosa adquiere cierta condición de actividad de riesgo. Las dos y media de la tarde es la hora de la cita. El lugar, la tienda de alimentación -auténtico paraíso delicatessen- que regenta en la calle Sagasta de Logroño. El hambre aprieta y el riesgo de que el hambre y la gula se cuelen en la plática generan cierto temor en el periodista que escribe estas líneas. Cipriano Lodosa es, por encima de todo, actor. Durante años actuó en el Teatro de La Abadía representando, en más de una ocasión, los ‘Entremeses’ de Cervantes. Desde hace dos años interpreta, cada domingo, ‘La razón de la sinrazón’, en un afable local y hospitalario local de la calle Travesía de Cabo Noval de Logroño. Una única sesión a la semana, con un auditorio de cuarenta personas y la compañía sobre el escenario de Francisco Sagredo, que aporta la música de vihuela y el personaje de Sancho Panza. ‘La razón de la sinrazón’ es el fruto del viaje del actor a las profundidades del Quijote.
Cipriano conversa desde el lado interior del mostrador de la tienda. Rodeados de manjares, la entrevista recuerda las primeras frases de la novela de Cervantes: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos…”. La representación del domingo pasado nos ha impactado y despertado un ansia de hablar del Quijote, y de todo lo que cuenta y denuncia. Injusticias que continúan presentes en el siglo XXI tan omnipresentes como antaño. Abusos, corrupción, fake news, privilegios, abandono de las personas en dificultad.
S.- ¿Cómo surge la idea de hablar del Quijote, para crear el montaje teatral de ‘La razón de la sinrazón’ y hacerlo a través de unos textos elegidos?
Surge de un proceso de veinte años. Hubo un momento en que percibí que ya estaba preparado para entrar en El Quijote. Formé parte del Teatro de la Abadía, donde interpretábamos los ‘Entremeses’ de Cervantes; entre ‘entremés y entremés’ surgían piezas del Quijote y yo no dejaba de sorprenderme, “¿esta genialidad?”. Todos conocemos El Quijote, pero nadie lo había leído… yo tampoco lo había leído. A partir de ese momento me dije que tenía que leerlo y fue entonces cuando surgió la necesidad de contar lo que cuenta El Quijote. Fue, como decía, un proceso de veinte años. Sentí entonces que ya estaba preparado para interpretar El Quijote.
S.- … y entonces comienza un proceso de selección, ¿no?
Empecé a entresacar los textos que me parecían más interesantes relacionados con la ética humana; todo el mundo conoce ‘los molinos’ y otros pasajes. Me preguntaba si de esos textos que abordan la ética humana la gente conocía lo que Cervantes quería transmitir. Me costó ocho meses sacar el texto definitivo. Estaba aquí en la tienda con páginas hasta arriba -hace el gesto de sujetar una torre infinita de papeles sobre el mostrador.
S.- ¿Tenías claro desde el principio como iba a ser la puesta en escena?
A partir de contar con los textos que consideraba más apropiados, el siguiente paso era cómo contarlo. Decidí dividirlo en cinco partes: un señor loco por los libros y los principios de los caballeros andantes -dónde entra mucha ética humana-; la Edad de Oro y la libertad, todo lo que cuenta don Quijote a Sancho en la visita a la Ínsula; los consejos del Cuerpo -una manera de rebajar la intensidad a mitad de representación-, no menos interesantes, pero sí más ligeros, aunque nada superficiales –“Yo Sancho, nací para vivir muriendo y tú para vivir comiendo”- ; hablo de Dulcinea, y era irrenunciable contar la muerte, el último capítulo. Así fue como resumí el libro de Cervantes en una hora y cuarto, sabiendo de antemano que no se puede resumir. Focalicé mi interés en los textos que hablan de la ética humana.
S.- ¿Qué es lo que más te sorprendió de la lectura y relectura del Quijote?
Son textos tremendamente actuales después de cuatrocientos años y lo seguirán siendo. Cada vez que pienso en la actualidad que mantiene el Quijote me entra una gran desolación. Desolación por que la condición humana no cambia. Mucha tecnología, mucho avance, ¿avance de qué? Si lo que llamamos avance nos hace, realmente, retroceder; si los valores humanos están cada vez más tirados. El segundo consejo que don Quijote le da a Sancho Panza es: “Has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse”. Pues de esa idea no se ocupa nadie en nuestro mundo; bueno hay que gente que sí, pero es una minoría.
S.- …siglo XXI y la Humanidad se rige por los mismos intereses…
Alimentamos el cuerpo, el intelecto, las emociones, ¿pero el alma? Puede que no seas creyente, no es una cuestión de creer o no, es cuestión de que existe una energía común que hay que cuidar. Es preciso hablar de lo común, de empatizar con el otro, de defender a los desfavorecidos, eso es lo que hace don Quijote, siguiendo los principios de los caballeros andantes.
S.- Al escucharte, se revela que para ti el personaje de don Quijote impone un enorme respeto.
Una vez me ofrecieron impartir clases de interpretación en un lugar donde yo había estado cincos; diez años después me ofrecieron dar esas clases. Comenté que necesitaba reflexionar sobre la propuesta, necesita un tiempo. ¿Cuánto tiempo necesitas?, me preguntaron. Un mes, propuse, pero me dijeron que tan sólo contaba con una semana. Lo que quiero decir es que cuando te metes en algo que requiere una responsabilidad muy grande, algo por lo que sientes un respeto muy grande, debes tener un acto de reflexión sobre lo que vas a hacer. La ignorancia es muy osada; algo que hoy en día están al cabo de la esquina. Creo que es preciso tener un respeto por aquello a lo que uno se va a incorporar.
S.- …hablas de paciencia en la sociedad de las prisas…
Yo soy también docente y he visto a gente que ha estado conmigo dos meses como alumno y ya estaba impartiendo las mismas clases que yo. ¿Pero cómo se atreven? Yo no soy capaz de hacer eso. Es la ignorancia, la osadía, la falta de pudor; son cosas tan alejadas de lo que es un ‘quijote’, un caballero andante. Cervantes habla de todo eso es su libro.
S.- Siempre he tenido la duda de que don Quijote estuviera loco…, tal y como siempre nos han contado; me inclino más porque no lo estaba…
Obviamente, una persona que defiende lo que defiende don Quijote no está loco. Uno de sus principios más importantes es el de: “mantenedor de la verdad”. Don Quijote no manipula la verdad, manipula lo que ve porque lo confunde. El no manipula el discurso, su discurso es muy coherente. Confunde cosas, como cuando brilla reflejada por el sol una bacina y cree que es el yelmo de Malbrino. Confunde lo que ve, pero sus principios son coherentes. ¿Si está loco o no? Creo que no. Hay una frase maravillosa que dice: “Yo fui loco porque salí a vivir mis sueños, vos sois cuerdo porque no os atrevisteis a mostrarle al mundo los imposibles vuestros”. Además, ¿Quiénes dicen la verdad? los locos y los niños. No tienen filtros. Don Quijote no filtra.
S.- Volviendo a la chispa que generó el montaje teatral y a llevarlo ante el público. ¿Cómo fue ese proceso?
Sacar el texto fue un trabajo de ocho meses, los ensayos fueron dos meses más. Hubo un momento en que me dije: “ya tengo el texto” y la experiencia después de 20 años actuando. Me identificaba mucho con el personaje. Fue entonces cuando me dije, ahora vamos a empezar a ensayar. Nunca había interpretado un monólogo, siempre había hecho teatro con otros actores. Tampoco me había dirigido nunca. No tenía perspectiva. Cuando llevaba mes y pico de trabajo me pregunté: “¿Qué coño estaré haciendo? ¿Igual esto no le gusta a nadie?”. Una semana antes de estrenar tuve un presentimiento y siempre que me he guiado por mi intuición me ha ido bien. Me llené de confianza. Aun así, tras finalizar el estreno en el teatro Bretón de Logroño, recuerdo que le pregunté a Fran: “Lo he dicho todo, ¿no?”.
S.- Los nervios del estreno…
Había sido como caminar al borde de un abismo. Cuando llevaba dos minutos de representación –“En un lugar de La Mancha…”- me pasó un pensamiento por la cabeza, “no te vas a acordar de todo”. Fue un vértigo de esos que suceden sobre el escenario. Todo salió bien. Lo que da la serenidad a los espectáculos son las funciones. El texto y la actuación se van posando, y en ese momento aparece la facilidad. Economía, la máxima expresividad con el mínimo esfuerzo. El esfuerzo sigue ahí, pero lo tienes totalmente integrado.
S.- Recuerdo al finalizar la representación, cuando tú y Fran dialogáis con el público sobre la obra, su significado y mensaje, que en un momento dado parece que olvidas una frase del texto sobre la que quieres hacer un comentario. Sucede cuando sales del personaje, porque al instante, hiciste mención de regresar al escenario a leerlo, y de inmediato el texto regresó a tu mente. Fue una secuencia interesante.
(Cipriano se ríe). Es algo realmente increíble, ¿verdad?; bueno, si paras y te concentras al final el texto vuelve, pero sí que es verdad que cuando lo quieres soltar fuera del escenario a veces no llega. Sin embargo, sobre el escenario lo habitual es que sientas la línea de acción. Es algo que va dando el movimiento, la otra persona. En este caso, es un monólogo, pero está Fran tocando la vihuela e interpretando a Sancho Panza, que interactúa también. Pero principalmente, sucede por lo que estás contando, que en esta obra tiene una dificultad enorme que es el lenguaje.
Cuenta el actor que elegir y escribir el texto le costó ocho meses, pero fueron más de nueve lo que le llevó leerlo en voz alta. “Necesitaba familiarizarme con el lenguaje y decidí leerlo en voz alta. Al escucharme poco a poco me resultaba más natural hablar con ese lenguaje”.
S.- Además, interpretas a Don Quijote, pero también, e indistintamente, a quien relata la vida del caballero de la Triste Figura...
Creo que esa estructura hace la obra más llevadera y amena. Te va guiando, creo que era necesario. Era necesario contar sobre don Quijote, pero también vivirlo; entrar en el personaje. Era esencial la forma de poner el texto en escena.
S.- El teatro Bretón para el estreno…
La obra se estrenó en el teatro Bretón, en el Festival de Teatro de Logroño de hace tres años; luego estuvimos en el Gayarre en Pamplona, y también representamos ‘La razón de la sinrazón’ en un lugar mágico. El mejor lugar del mundo para interpretar El Quijote. Ese lugar lo pisó Cervantes. Es el Corral de Comedias de Alcalá de Henares. Fue un escenario especial. Tomas conciencia de que lo que vas a representar, de lo que vas a decir; actúas en el lugar donde estuvo el autor Don Quijote. En ese momento me entró un escalofrío por el cuerpo. Subí al camerino y me duché, primero con agua caliente y después con agua fría para evitar una bajada de tensión. Después en el escenario todo sucedió bajo una magia especial.
S.- La figura del autor del Quijote siempre la tenéis presente. En la representación también rendís homenaje a Cervantes…
Claro, es preciso mostrar respeto. Primero, al comenzar, pido permiso; luego, al finalizar, le damos las gracias. El busto de Cervantes al que mostramos respeto durante la representación es un regalo de un espectador; este cuadro – señala un lienzo con las primeras frases de Don Quijote, en letras de diferentes tamaños de cuerpo, que en miniatura recoge la novela al completo- es regalo de otro espectador. Cuando estrenamos en el teatro Bretón venía la gente aquí, a la tienda, a regalarme libros. Personas a las que no conocía de nada. Y es que hay verdaderos apasionados del Quijote. Recuerdo un señor que me contó que tenía 25 volúmenes de ‘Don Quijote’ en 25 lenguas diferentes.
S.- Pasión por el texto escrito por Cervantes. ¿Qué tiene ‘Don Quijote de La Mancha’ que no tienen otras obras?
A mí, el Quijote me fascina. Estoy seguro de que jamás volveré a encontrar mejores textos. Poder hablar en una hora y cuarto de tantas cosas… Shakespeare, me dicen. Y les digo que sí, pero que las obras de Shakespeare hablan de un tema, pero de todos y siendo después de 400 años tan actual… En una hora y cuarto puedo hablar de manipulaciones, abusos sexuales, corrupciones, injusticias, de autoconocimiento, de la guerra, de la locura, de la muerte… y de muchas cosas más. “El cielo dispone suavemente las cosas” y “hay buena y mala fortuna en las pretensiones”, habla también del azar, si existe el cielo, si realmente existe eso en lo que puedes llegar a creer, si todo está destinado o no, si no podemos hacer nada contra lo que está escrito o si; es un texto de una profundidad inmensa.
S.- Hace 400 años, Cervantes escribía El Quijote y hablaba de todas estas injusticias y reflexiones que mencionas. Utilizaba la figura de un caballero andante para hablar sobre todo de eso, de injusticias, porque esa es la misión del caballero andante acabar con la injusticia y deshacer entuertos, ¿no? ¿No es preocupante que 400 años después los temas que aborda El Quijote sigan siendo actuales?
Y dentro de otros 400 años El Quijote va a seguir siendo actual. No es que sea pesimista, pero veo que todo está enfocado muy mal. Lo enfocamos todo muy mal. ¡Qué torpe es la condición humana! ¡Qué torpe! Hay una parte del texto de la obra que me estremece y, al mismo tiempo, me fascina y me encanta. Es cuando habla de la época mítica que es la Edad de Oro, en la que don Quijote dice que “todo era de todos, que no existía la palabra tuyo y mío. Entonces la tierra daba todo y la gente no tenía más que coger lo que ofrecía la tierra”. Ahora, todo está tan mal repartido. Ahora, interesa que todo esté tan mal repartido, para así poder justificar el uso de armas en guerras. Porque claro, para que haya guerras tiene que haber armas; armas que están fabricadas para disparar, ¿para qué sino? Hay interés en que se usen. Hay un tema sobre el que Cervantes no habló, pero que hoy en día estoy seguro hablaría en El Quijote; un interés que mueve más dinero que el armamentístico… la industria farmacéutica. Es el mayor negocio del siglo. No interesa que la gente se cure, interesa que sean enfermos crónicos. ¿Qué pensaría Cervantes sobre esto?
S.- … Don Quijote en la sociedad del siglo XXI no tendría descanso…
No, no lo tendría. Es muy triste y me produce una desolación tremenda. Después de dos años de representaciones, miro mucho con los ojos del Quijote y me produce desolación esa sensación de causa perdida. No sé si será un pepinazo o igual el virus este que viene de China, pero nos iremos -habla de la Humanidad- sin el trabajo hecho. Y ese trabajo es individual. Lo comentaba en la conversación con los espectadores al terminar la representación: “Si cambias tu mundo, cambia el mundo”. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos en asumir responsabilidades sobre nosotros? Eso es entrar en lugares que no nos apetece, eso supone implicarse en cosas que suponen un esfuerzo. Es mirar tu miseria; supone que te llamen tonto y también loco.
S.- …el dinero por encima de los valores, de la educación, de la cultura, de la naturaleza, de las personas…
Todo surge de pequeñas acciones. Don Quijote siempre defiende la justicia: “La Justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar los del favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen”. Ahí recuerda don Quijote, cómo, algunas veces, los malos ministro de la Justicia se alían con los delincuentes… todos sabemos quiénes son hoy unos y otros… los bancos, la Banca, los que gobiernan y se dejan doblegar por la Banca…
S.- Ahí surge la duda de si los molinos no eran ‘gigantes’ realmente y la historia que acoge el Quijote una metáfora del poder y de los poderosos…
(Cipriano se ríe) Sí, son metáforas. No estaría mal que sobre los molinos pusiera el cartel de Bayer o Monsanto, por ejemplo. Además, cuando uno realiza una crítica no tiene porqué ser pretencioso. Era algo que me preocupaba a la hora de poner en escena ‘La razón de la sin razón’. A veces cuando hacemos comentarios después de la función trato de ser prudente porque la gente no quiere -y lo entiendo- que le den lecciones de nada. A veces, pasa, que no me puedo callar.
S.- En la participación de la gente percibo un cierto temor a lo que se puede llamar ‘palos recibidos’ o incluso ‘miedo a la libertad, en este caso de expresarse’. ¿No crees que vivimos un momento en que siempre hay alguien dispuesto a calificarte y encasillarte en un grupo u otro por tus opiniones respecto a un tema u otro?
Es algo terrible.
En la conversación surge la película de Alejandro Amenábar ‘Mientras dure la guerra’ y la figura de Unamuno invitando a hablar, a diálogos, a ceder, a convencer desde la persuasión; también las consecuencias, con sus diferencias, de expresarse en libertad, entonces en 1936 y ahora. Cipriano alude a la carta de Unamuno a ‘El caballero de la triste figura’ que figura en la cartela de presentación de ‘La razón de la sinrazón’:
“Esta sociedad es una miseria, una completa miseria. A nadie le importa nada de nada. Y cuando alguno trata de agitar aisladamente este o aquel problema, una u otra cuestión, se lo atribuyen o a negocio o a afán de notoriedad y ansia de singularizarse.
No se comprende ya ni la locura. Hasta el loco creen y dicen que lo será por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es un hecho para estos miserables. Si nuestro señor Don Quijote resucitara y volviese a esta su España, andarían buscándole una segunda intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue una injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿Qué ira buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con oro; otras que por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más sino por meter ruido y que de el se hable, por vanagloria; otras que lo hacen por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les por deportes semejantes! (Carta extraída del sepulcro de Don Quijote. Escrita en 1906 o ¿en 2016?)
S.- Es muy elegante la forma de denunciar las injusticias a través de Don Quijote.
¿Quién va a discutir al Quijote? ¿Quién se atreve a discutir este texto? Nadie, no se puede discutir algo tan maravilloso. Existe un respeto por ‘Don Quijote’, no te queda otra que rendirte ante este texto. Es muy triste que la gente, ya sea por miedo, ya sea por prudencia, ya sea por considerar que el otro no me va a comprender, permita que desaparezca el discurso, el diálogo. Como dice Unamuno: “Hay que persuadir”.
S.- ¿Cómo crees que el espectador debe acercarse a la representación de ‘La razón de la sinrazón’?
Abierto, con la menta abierta. Con actitud totalmente altruista y generosa.
S.- Son dos años de representaciones de la obra, ¿no? ¿Dos años es mucho tiempo o el necesario?
El otro día me decía un amigo, “¿todavía estás con el Quijote?” Y le respondí que sí, que claro, que todavía hay abusos sexuales, corrupción, manipulaciones, y hay que estar, siempre. Tengo un espíritu muy afín al Quijote, creo que me viene de mi madre, y no puedo callar ante una injusticia. Me llevo muchos palos, ¿eh?, pero creo que es necesario no callarse.
S.- El Quijote es una influencia constante para quienes cuentan historias en literatura, teatro, música, cine, series de televisión… Recuerdo al periodista republicano de la cadena de televisión protagonista de la serie ‘The Newsroom’ gritando contra el Tea Party: “Sancho, mi espada”.
Claro, la espada, como símbolo de Justicia. La influencia del Quijote es universal, llega a todos los campos. Es tan universal, que incluso en el día a día, en las conversaciones de cafetería, no tarda diez minutos en surgir alguna referencia procedente del Quijote. Es un texto moderno, y es actual. Está a pie de calle.
S.- Entonces, ¿daréis continuidad a las representaciones?
¿Qué si seguiremos? Claro, mientras Fran no se canse. Estoy desesperado detrás de Luis García Montero porque estoy convencidísimo de que si asiste a la representación le va a encantar. Lo digo porque en una ocasión, en una entrevista, comentó que lo que más le fascinaba del Quijote era la profundidad cuando habla de la ética humana, que son los textos que guían ‘La razón de la sinrazón’. Los textos de la obra que llevamos representando dos años. Estoy convencido que un día contemplará la representación. Además, nos encantaría que el Instituto Cervantes divulgara ‘La razón de la sinrazón’. Nosotros hacemos todo lo posible representando la obra aquí y allá. Ya hemos conseguido entablar contacto con el director del Instituto Cervantes de Nueva York. Mientras no suceda, seguiremos todos los domingos en el local de la calle Travesía de Cabo Noval, 3. Igual está mal que yo lo diga, pero mantenerse dos años, en una ciudad como Logroño, con una obra sobre el Quijote, no está nada mal. Tiene algo de osadía.
S.- Por cierto, ¿cómo os encontrasteis Fran y tú?
Con Fran encontré una joya; nos hemos encontrado. Pasé mucho tiempo buscando un vihuelista lo encontré. Esa es otra anécdota. Hay un señor en Logroño, un luthier, que fabrica instrumentos. Le pregunté si me podía ayudar a sacar adelante la parte musical de la obra. Me explicó que acababa de ser padre y que le resultaba imposible disponer de tiempo. Le di las gracias y ahí se quedó. Tenía claro que el instrumento que sonaba en la obra era una vihuela, que es un instrumento del siglo XVI y ofrece un sonido especial. Pasé mes y medio buscando un vihuelista; probé con una guitarra, probé con una zanfoña, pero no era el sonido que buscaba. Les pedí disculpas a los músicos, pero no era el sonido. Pasado el tiempo volví a llamar al luthier y me puso en contacto con una chica de Alicante, pero suponía costes de traslado y estancia… imposible. Finalmente, el luthier me consiguió el teléfono de Fran, que vivía en Logroño y era profesor del Conservatorio. Ahí encontré a Fran. Cuando nos vimos -le miré, me miró- y me preguntó “¿Yo soy Sancho?” y le consté que sí. Era él.
S.- …un flechazo…
Y lo bueno viene después. Me pregunta: “¿Sabes de dónde es mi mujer? Del Toboso. ¿Y sabes cómo se llama? Teresa”. Pensaba que me estaba tomando el pelo, pero no. Ahí nos encontramos, estábamos destinados. Como dice el Quijote: “La sencillez de su condición y la fidelidad de su trato, lo merece”. Fran es eso, es así. Cuando le propuse participar en ‘La razón de la sinrazón’ me dijo: cómo tú quieras y cuando tú quieras. Le advertí que no iba a cobrar nada e insistió: cómo tú quieras y cuando tú quieras.
S.- … los votos de los caballeros andantes os obligan a continuar…
Sí -ríe-, seguiremos porque nada cambia, y seguiremos también -hablando desde un punto de vista un tanto egoísta- porque yo necesito hacerlo. Para mí es un gimnasio; un gimnasio emocional. Mientras estuve en Madrid nunca me faltó el trabajo como actor. Después, hace como ocho años, me vine a Logroño y al poco tiempo, comencé a sentir la necesidad de volver a subirme al escenario. Cuando algo no es bueno no te despierta nada, pero a mí el Quijote me despierta todo. Necesito hacerlo. Recuerdo que pensé, la gente se va a reír… si mido un metro y sesenta y cinco centímetros…, pero mientras lo preparaba, lo leía, ensayaba, mientras descubría a Fran, confirmé que nadie se iba a reír. Era el momento de interpretar al Quijote. Además, curiosamente, cuando comencé con la obra tenía la misma edad que don Quijote. “Frisaba la edad de unos cincuenta años”, dice el texto de Cervantes. Coincidieron muchas cosas.
S.- “Vivimos una sociedad terriblemente cínica, llena de ladrones, tramposos, impostores, rufianes y corruptos”, los amantes y seguidores del Quijote tienen una cierta responsabilidad social…
Creo que es de extrema necesidad que se escuche el Quijote -que se lea-, porque han pasado 400 años y no ha cambiado nada; nada. A veces me dicen: “¡Qué pesimista eres!”, pero no, precisamente soy optimista, por eso represento cada domingo el Quijote. Simplemente creo que he llegado a un punto en que sé de que va realmente la vida. Ya lo dice don Quijote: “acontece en la comedia y trato de este mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y finalmente todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura”. Es el Quijote y el sentido de la vida; a mí me ha ayudado a entender de qué va la vida. Con el Quijote entendí qué es, verdaderamente, qué es la libertad.
Suena Franco Battiato mientras concluye la conversación: ‘Torneremo Ancora’. Dice Cipriano Lodosa que, en tres minutos, el cantante italiano te cuenta lo que es la vida./Javi Muro
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